Esta tarde he ido con mi amiga y vecina Sandra a presenciar un desfile de modas. Lo organizaba la clase de costura de mi vecina Martha, de la que ella es alumna y por otro lado, suegra de mi amiga.La verdad es que todo aquello resultaba de lo más peculiar. En algún momento me sentí como si me hubiera colado de pronto, en una escena típica de cualquier película, cuya trama se desarrolla en un apacible y pequeño pueblecito en cualquier parte del norte de Europa, donde todos se conocen entre ellos y cuya forma de vida aparece como apartada de todo este loco mundo donde el consumismo y estar a la ultima en tecnología es prioridad absoluta.
En realidad, aquí donde vivo es algo así. Todo se conserva como hace más de medio siglo incluidas las costumbres y la forma de vida. Todavía puedes ver en el supermercado a muchas mujeres que van con su cesta de mimbre a hacer sus compras. Los niños siguen aun jugando con los juguetes con los que jugaban sus padres incluso, en ocasiones de sus abuelos, incluso el colegio sigue siendo el mismo al que asistieron sus bisabuelos. Y así, casi todo.
El evento era a las 7 en un pequeño pueblo, no lejos de aquí llamado Oerlingen. En principio debía ser el pasado viernes pero, llovió mucho y los pospusieron, haciéndolo esta vez, en el que hasta hace 3 meses era el colegio. Sandra y yo llegamos un poco tarde, en realidad bastante más tarde, tanto que llegamos casi al final, pero Martha nos recibió aun así con muchísima ilusión y se desvivió por que pudiéramos verlo todo bien, aunque solo fuese el final, estaba pletórica y muy guapa. Al parecer ella había desfilado también. Habían pasado semanas ensayando para que todo saliera bien y lo consiguieron.Todas las alumnas nos mostraron uno a uno, los modelos que cada una había realizado durante el curso y al final del desfile, posaron todas juntas con uno de ellos. Algunos eran de fiesta, otros de paseo, en definitiva, lo que cada una gustó de realizar. Al terminar el desfile llegaron las presentaciones y felicitaciones, entrega de regalo a la profesora y agradecimiento a las organizadoras. Después nos obsequiaron con un bufet, bien surtido de cosas buenísimas para comer, tanto dulces como saladas que, también ellas mismas habían cocinado, Un cuarteto de música popular autóctona de la región, amenizaba la velada mientras, los allí reunidos conversaban y se saludaban entre ellos.
Allí estaba también mi profesora Judith Keller, amiga también de Martha desde hace años y conocida de muchos de los congregada. Con ella estuve charlando bastante rato y me contó que, eventualmente había estado dando clases allí. Ella es profesora de teología de los últimos cursos de la enseñanza primaria. Me dijo que aquel colegio había cerrado por falta de niños, al parecer el pueblo es demasiado pequeño y hay pocas familias ya con escolares. Ahora los que hay deben ir al colegio de primaria de Kleinandelfingen. Era un edificio muy antiguo conservado como en los años 50. Con columnas de hierro pintadas en gris, grandes ventanales y las paredes chapadas en madera y pintadas de color beige. A eso de las 9 la gente empezó a marcharse y Martha que como he dicho estaba pletórica, arranco a bailar con su amiga cuando ya casi estaban recogiendo.Por supuesto no era un desfile de Prada ni de Versace, pero para ellas igual ademas, ha sido una velada encantadora y me alegro muchísimo de haber podido asistir.
