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Unterstammheim, Zürich, Switzerland
Ich heisse Curri Frei Guille und bin mit Daniel Frei verheiratet. Wir haben eine Tochter, Danielle, und wohnen in Unterstammheim. Ich komme aus Málaga und lebe seit 2005 in der Schweiz. In Málaga besuchte ich während 5 Jahren die Kunstschule San Telmo und absolvierte so meine Ausbildung als Zeichnerin. Später gründete ich mein eigens Graphik Studio für Infografien (dreidimensionale Darstellungen von Gebäuden im Computer) und Multimedia design. Seitdem ich in der Schweiz wohnhaft bin, habe ich mich der Malerei, insbesondere der Aquarellmalerei, gewidmet. Zum Anfang besuchte ich diverse Kurse bei Maja Druey in Andelfingen. Aktuell bilde ich mich im Kurs von Heinz Hildebrand in Stein am Rhein weiter.

jueves, 13 de agosto de 2009

La Berenjena.

Llevaba ya una semana dándole vueltas “-¿La cojo? ¿O la dejo crecer un poco más?-“ El año pasado tenia igual que este, tres plantas de berenjenas tuvieron 4 o 5 flores de las que salieron 3, dos se pudrieron en la planta misteriosamente y solo pude coger una. Este año la cosa promete. Las tres plantas están cuajadas de flores y de todas están saliendo al menos dos o tres berenjenas y de momento, todas están sanas.

Ayer por la mañana fuimos mi vecina Sandra y yo a Kleinandelfingen a comprar pescado fresco. Allí hay una piscifactoría, junto al Tur, donde crían truchas. Ese es el único pescado fresco que puedes comprar por aquí realmente. La intención era buena pero, ninguna de las dos teníamos dinero suelto, solo tarjetas así que, nos conformamos esta vez con comprar truchas ahumadas en el Volg, que son también de ese mismo sitio pero claro, ahumadas. En el camino le había comentado a Sandra que tenía una berenjena que parecía estar ya bastante grande y que, no sabía si cogerla ya o no. Al entrar en el supermercado le enseñé las que había allí comparándolas con la que yo tenia “-Así de grande es, más o menos-“ le dije. Ella me aconsejó que la cogiera que la verdura no había que dejarla crecer tanto, que más pequeñas tenían más sabor.
Así que le hice caso y al volver la cogí y después de lavarla muy bien, la corté en rodajas a lo largo, como de un cm de gordas. La puse en la bandeja del horno sobre un papel de aluminio, al que previamente había untado con un poco de aceite y les puse sal, una mezcla de hierbas provenzales, ajo seco molido y aceite. La puse en el horno media hora y me la comí con el pescado y unas patatas cocidas al vapor.

Esa misma tarde nos fuimos las dos al campo a coger las últimas ciruelas que quedaban. Ya estaban casi todas podridas y es que, con tanta lluvia se han podrido enseguida. No obstante pudimos coger más o menos 3 Kg que se ha llevado ella para secar. Aproveche que estaba ella también, para coger las poquitas ciruelas amarillas que, este año han salido por primera vez, del árbol que nos regalaron hace 4 años, cuando Dani y yo nos casamos. En realidad no hay muchas, no ha llegado al Kg, y además son muy pequeñas, pero muy dulces y buenas.

Después de cenar, a eso de las 8 me fui con Sarah, la madre de Ramiro y Amira a un cine al aire libre que habían organizado en la plaza del pueblo, aquí en Unterstammheim. Esto suelen hacerlo una vez al año en verano y está muy entretenido. En la plaza del pueblo ponen mesas y bancos para que la gente se siente y una gran pantalla de cine. Ponen también un puesto para comprar bebidas cortesía del Volg y otro de comida, que al ser de la panadería solo tenían, pasteles, bollos y helados.
La película era “Mamma mía!” un musical que Pierce Brosnan protagonizó junto a Meryl Streep el año pasado. Es muy divertida, la verdad es que me encantó. La música era toda de Abba, aquel grupo Sueco que ganó el festival de Eurovisión allá por el año 1974 y con cuyas canciones aprendí a bailar, a besar y a enamorarme.
Al terminar Sarah y yo nos vinimos a mi casa y nos sentamos en el jardín, con una cerveza y un paquete de pipas, a ver caer la lluvia de estrellas.